Normalmente es el apodo que se les da a los chicos que realizan algunas tareas en el campo. Estos suelen ser los hijos del peón que a su temprana edad comienzan el aprendizaje de este rudo oficio. "El boyero" propiamente dicho, es el encargado de cuidar y arrear los bueyes cuando son trasladados de un lugar a otro. A estos chicos les sobra voluntad y coraje en las tareas con los animales, tanto en los corrales como en la monta o en las otras actividades del campo…
Qué bonita foto, qué luz sobre el caballo tan dorada y espléndida.
ResponderEliminarMolto bella sia per l'inquadratura che per la luce .
ResponderEliminarCiao Rodisi,
Cri
!!Que lujo de fotografía!! Es una preciosidad, y esa luz que incide sobre el lomo del caballo hace que la imagen sea aún más especial. Felicidades y abrazos desde la otra orilla!
ResponderEliminarEl niño yuntero
ResponderEliminarCarne de yugo, ha nacido
más humillado que bello,
con el cuello perseguido
por el yugo para el cuello.
Nace, como la herramienta,
a los golpes destinado,
de una tierra descontenta
y un insatifecho arado.
Entre estiércol puro y vivo
de vacas, trae a la vida
un alma color de olivo
vieja ya y encallecida.
Empieza a vivir, y empieza
a morir de punta a punta
levantando la corteza
de su madre con la yunta.
Empieza a sentir, y siente
la vida como una guerra,
y a dar fatigosamente
en los huesos de la tierra.
Contar sus años no sabe,
y ya sabe que el sudor
es una corona grave
de sal para el labrador.
Trabaja, y mientras trabaja
masculinamente serio,
se unge de lluvia y se alhaja
de carne de cementerio.
A fuerza de golpes, fuerte,
y a fuerza de sol, bruñido,
con una ambición de muerte
despedaza un pan reñido.
Cada nuevo día es
más raíz, menos criatura,
que escucha bajo sus pies
la voz de la sepurtura.
Y como raíz se hunde
en la tierra lentamente
para que la tierra inunde
de paz y panes su frente.
Me duele este niño hambriento
como una grandiosa espina,
y su vivir ceniciento
resuelve mi alma de encina.
Le veo arar los rastrojos,
y devorar un mendrugo,
u declarar con los ojos
que por qué es carne de yugo.
Me da su arado en el pecho,
y su vida en la garganta,
y sufro viendo el barbecho
tan grande bajo su planta.
¿Quién salvará a este chiquillo
menor que un grano de avena?
¿De dónde saldrá el martillo
verdugo de esta cadena?
Que salga del corazón
de los hombres jornaleros,
que antes de ser hombres son
y han sido niños yunteros.
Miguel Hernandez